El concejal de Unión por la Patria, José Luis Contreras, recordó este martes al Padre Carlos Mugica, al cumplirse el pasado 11 de mayo, 50 años de su asesinato.
“La opción por los pobres signó la vida del Padre Carlos Mugica, cuando su irrenunciable vocación sacerdotal lo alejó para siempre de una vida opulenta, signada por un origen de clase que le auguraba una acomodada posición social. Esta opción derivó en su martirio y consagración como un auténtico símbolo del compromiso eclesiástico con los sectores populares. Por esto, hoy recordamos que hace 50 años cayó asesinado tras recibir 14 balazos que le asestó un comando de la organización parapolicial Triple A, que comandó el entonces ministro de Bienestar Social José López Rega”, indicó el edil en el inicio de su alocución durante la sesión ordinaria del Deliberante local.
En ese marco, sostuvo que “en particular, el portal nacional ‘Somos Télam’ consignó que Carlos Francisco Mugica Echagüe fue un niño inquieto que jugaba al fútbol y reconoció en Racing Club la primera gran pasión de su vida. Su infancia transcurrió en el palacio Ugarteche de Barrio Norte, al mismo tiempo cursó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Buenos Aires, en momentos en que el peronismo emergía como movimiento político. En el año 1949 ingresó a la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires; pero al alcanzar el tercer año de abogacía decidió incorporarse al Seminario Metropolitano de Buenos Aires luego de un viaje realizado a Roma junto a varios sacerdotes, entre ellos su amigo Alejandro Mayol”.
“En 1954 –continuó- Mugica fue ordenado sacerdote, época en la que Juan Domingo Perón había entrado en un conflicto irreconciliable con la jerarquía de la Iglesia Católica. En ese contexto, como joven cura, Mugica se incorporó a los equipos pastorales que trabajaban en los conventillos de Buenos Aires, donde percibió el dolor que el derrocamiento de Perón provocó entre los humildes. Posteriormente, en 1966 desarrolló su tarea evangelizadora entre familias campesinas del monte, en el norte de la provincia de Santa Fe coordinando grupos de misioneros estudiantiles. Entre ellos se encontraba un grupo integrado por tres jóvenes que estudiaban en el Nacional Buenos Aires: Gustavo Ramus, Fernando Abal Medina y Mario Eduardo Firmenich, quienes más tarde fundarían Montoneros”.
“Un año después, Mugica inició un viaje a Europa, que primero lo llevó a Bolivia, donde le reclamó al régimen militar la entrega de los restos de Ernesto Che Guevara. Se trasladó luego a París para estudiar comunicación social, allí, en mayo de 1968, presenció la revuelta estudiantil contra la administración de Charles De Gaulle. Al mismo tiempo se unió al movimiento de Sacerdotes por el Tercer Mundo y visitó a Perón en su exilio en Madrid. Tras charlar largamente con el General entendió que debía volver a la Patria para luchar en favor de los humildes, asumiendo enteramente los mandatos del evangelio”, manifestó el integrante del Frente de Agrupaciones Peronismo para Todos y del Espacio Abierto Juntos por Quilmes, al tiempo que señaló: “Así, regresó a Barrio Norte y se instaló en el altillo de un edificio, desde donde contempló la formación de la Villa de Retiro. Y fue ahí, en la Villa, donde nuestro Joven Cura decidió oficiar la comunión, organizar actividades, ofrecer talleres, armar campeonatos de fútbol e impulsar una bolsa de trabajo, junto a un inquebrantable compromiso político por la liberación nacional”.
Asimismo, el concejal no dudó en afirmar que “al ganar Héctor Cámpora las elecciones presidenciales de 1973, Perón le propone a Mugica sumarse como asesor del Ministerio de Bienestar Social que dirigía López Rega. Luego de varias consultas con compañeros de sacerdocio y militantes villeros aceptó un cargo honorario; pero las diferencias con ‘El Brujo’ se hicieron insalvables y en una asamblea del Movimiento Villero de Liberación se decidió que Mugica presente su renuncia al cargo y vuelva a su misión pastoral. A partir de entonces las actividades políticas de Nuestro Padre se multiplicaron por lo cual la jerarquía eclesiástica, cansada de sancionarlo, le propuso que deje el sacerdocio, algo que desestimó por completo”.
“Mugica sabía que tenía ‘los días contados’ como el mismo le confesó a su hermano Alejandro. Hasta que aquel fatídico sábado 11 de mayo, cuando tras oficiar una misa en la capilla San Francisco Solano que tanto amó, fue acribillado por una banda de sicarios al mando del criminal Rodolfo Eduardo Almirón, que respondía directamente al nefasto López Rega”, detalló.
Finalmente, Contreras recordó: “El entierro del padre resultó multitudinario y los habitantes de la villa llevaron a pulso su féretro hasta el cementerio de La Recoleta y a partir de 1999, gracias a una gestión del entonces arzobispo Jorge Bergoglio, hoy Papa Francisco, sus restos descansan en la Parroquia Cristo Obrero, junto a los humildes como un cristiano que lo dio todo, hasta su propia vida en pos de que los pobres vivan mejor en esta tierra”.
Y agregó que “no queremos finalizar este homenaje a Nuestro eterno Padre Carlos Mugica sin recordar su memorable Oración que hoy cobra más vigencia que nunca frente a esta nueva envestida del neoliberalismo anti-argentino que retorna bajo la forma de anarco-colonialismo, como bien lo definió nuestra conductora Cristina Fernández:
Señor: perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos parezcan tener ocho años y tengan trece.
Señor: perdóname por haberme acostumbrado a chapotear en el barro. Yo me puedo ir, ellos no.
Señor: perdóname por haber aprendido a soportar el olor de aguas servidas, de las que puedo no sufrir, ellos no.
Señor: perdóname por encender la luz y olvidarme que ellos no pueden hacerlo.
Señor: yo puedo hacer huelga de hambre y ellos no, porque nadie puede hacer huelga con su propia hambre.
Señor: perdóname por decirles “no sólo de pan vive el hombre” y no luchar con todo para que rescaten su pan.
Señor: quiero quererlos por ellos y no por mí.
Señor: quiero morir por ellos, ayúdame a vivir para ellos.
Señor: quiero estar con ellos a la hora de la luz”.